“El ojo – ventana
El ojo – linterna”
Susan Sontag, Estuche de muerte, 1967
Calibrar la mirada
En nuestro primer número de abril de 2008 anotábamos el firme deseo de que LA PUPILA “pueda regular el foco y calibrar la mirada” entre sombras y luces de una realidad cultural compleja. Las revistas culturales han sido y serán documentos relevantes que se proyectan más allá de su soporte físico o virtual; son espacios, al fin, donde se ejercita el pensamiento crítico consustanciado con su momento histórico. Un lustro más tarde podemos afirmar que LA PUPILA recoge esa tradición que nace a partir de la necesidad de subsanar la inexistencia de la acumulación periódica y sistemática de materiales escritos referidos a las artes visuales. La intención es contribuir a la idea de que nuestro país puede superar las problemáticas emergentes de una sociedad fragmentada cuando la educación y la cultura ocupen un lugar prioritario en la agenda política y en la consideración de los ciudadanos.
La supervivencia en el transcurrir del tiempo de cualquier publicación se explica a partir de un fenómeno multicausal, que en éste y en otros casos no solo descansa en el esfuerzo militante de sus autores, sino también en la tutela desde las políticas culturales implementadas por el Estado, en la aceptación de sus lectores potenciales (el público aficionado la discute, la reclama y la colecciona), y en los apoyos materiales e intelectuales que se obtienen para su concreción. En ese sentido, actores privados, avisadores, y el apoyo económico del Estado a partir de los “Fondos Concursables para la Cultura” del MEC, jugaron un papel imprescindible para que LA PUPILA pudiera consumar los nueve años de vida.
Ante un escenario contemporáneo pautado por el vértigo de la innovación tecnológica, la mercantilización creciente de los bienes culturales y la dificultad de democratizar su acceso (donde la cultura también opera como elemento aglutinador y a la vez diferenciador de los distintos estamentos sociales), LA PUPILA navega sobre incertidumbres ineludibles, tratando de recobrar el sentido del arte y de admitir sus contradicciones. El cultivar la circulación de sentido en momentos en que los espacios destinados a la reflexión y la cultura disminuyen (ausencia en los medios, declives varios), el promover los testimonios de los artistas, el acudir a la historia como forma de pensar el presente, el darle cabida a figuras de valía relegadas u olvidadas, el estar atentos a las experiencias educacionales tradicionales o forjadas en contextos indeterminados; han sido y seguirán sendo parte de nuestro compromiso.
Como se ha demostrado a lo largo de sus casi cuarenta y tres números, LA PUPILA es una revista que no adhiere a tendencia o grupo artístico alguno y que pretende —con sus errores y aciertos— contemplar la diversidad como el escenario natural donde cohabitan distintas manifestaciones que arraigarán por su factura o por su peso conceptual (habida cuenta de las miradas dogmáticas que pronostican el predominio de una corriente por encima de otra).
Oscar Larroca, Gerardo Mantero
Directores